“Comerás el pan con el sudor de tu frente”, fue el “castigo” a que se hizo acreedor Adán, tras incumplir el mandato que tenía en el Edén. Desde este antecedente bíblico, el trabajo ha sido una constante en la especie humana, para sobrevivir y convivir entre los hombres. El trabajo, es connatural a la existencia humana.
Hoy, a nivel mundial, se conmemora el día internacional de los Trabajadores, Día del Trabajo o Primero de Mayo, es la fiesta por antonomasia del Movimiento obrero, en honor de los Mártires de Chicago, obreros de una empresa estadounidense muertos en esa ciudad en el año de 1886, por llevar a cabo una huelga en demanda de una jornada laboral de ocho horas. El suceso concreto de los Mártires de Chicago, también conocido como la Revuelta de Haymarket en Chicago, tuvo lugar realmente tres días más tarde, el 4 de mayo de 1886. Fuente: Wikipedia.org
La fecha es propicia para efectuar reflexiones objetivas, en circunstancias en que el mundo laboral sufre las consecuencias, de la crisis económica y financiera a nivel internacional. El “Día del Trabajo” nos encuentra ante una realidad conformada por una multitud de hombres y mujeres, niños, adultos y ancianos, personas humanas concretas e irrepetibles, que sufren el atropello de la miseria. Está, por eso mismo, en la cumbre de la reflexión, del debate y de la acción, la pobreza extrema junto con el marginamiento social que sufren la mayoría de los trabajadores. La pérdida del empleo, el debilitamiento de la fuerza gremial, la falta de sensibilidad de los gobiernos de turno y del poder económico (ANP, 2009).
No se puede negar que esta situación de marginación social, no es otra cosa que la resultante del agravamiento de la deuda interna y externa, la misma que viene desde muy lejos en nuestra historia política, por la persistencia de mantener estructuras, decisiones y culturas de atropello y de injusticia social.
Quienes como trabajadores estamos inmersos en el campo de la educación y comunicación social sabemos de ello. Más aún, cuando en estos momentos por los avances exagerados de la especulación financiera, de la corrupción, de la demagogia, utilizada deliberadamente como armas de poder para continuar con la explotación aún más a las gentes excluidas y marginadas.
Lo que no impide que nos levantemos con dignidad frente al menosprecio por el trabajo humano. Y lo podemos hacer mediante el uso del poder de la palabra, de la fuerza espiritual y de la inteligencia. Solo los trabajadores que saben organizarse encuentran respuestas positivas para poner atajo a las oligarquías monetarizadas, que no hacen otra cosa que aplicar programas de ajuste dentro de una estrategia puramente economicista y materialista (ANP, 2009). En este “Día del Trabajo”, debemos expresar, que corresponde a los propios trabajadores intelectuales y manuales, interesarnos más a fondo por los problemas humanos y sociales. Esa es la tarea por cumplir con mayor eficacia, recordando siempre con estímulo pensante que cuando las decisiones sociales han sido dejadas al mercado, de ello no ha resultado otra cosa que la degradación de la vida humana y del trabajo humano. Apostamos por los cambios que trae la ciencia y la tecnología, pero insistimos en que los mismos deben estar al servicio de todos los seres humanos y no simplemente del mercado que manipula una minoría privilegiada y pudiente.
De este modo, el 1° de mayo, no es sólo una fecha de evocación política; es el día más bien, en que se recuerda a esos obreros inmolados por pedir límite en la jornada diaria; es el inicio para que se respete al niño y a la mujer, que trabajaban igual que los hombres; es el comienzo de una nueva era de derechos a favor de la clase laboral de todo el mundo; es el día de la ratificación de la fe del trabajador por sus conquistas sociales; finalmente, es el día de esa gran legión de millones y millones de hombres y mujeres que trabajan física e intelectualmente en todos los confines de la tierra, para hacer el progreso y felicidad de la humanidad.
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